Su argumento es el siguiente:
Un divorcio, una hipoteca, y la peor pesadilla de una pareja que se rompe: tener que compartir casa con tu ex.
Cuando Nadia y Adrián deciden separarse tras años de convivencia, se dan cuenta de que ninguno de los dos puede permitirse abandonar el precioso chalet que compraron en el apogeo de su matrimonio... y de la burbuja inmobiliaria.
Atrapados por la deuda y obligados a cohabitar, acaban declarándose la guerra y montando su particular campo de batalla bajo el mismo techo.
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